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Wednesday, July 30, 2014
La eterna pelea del Gobierno contra el Campo
Ante un nuevo ataque del Gobierno al sector agropecuario como respuesta a las críticas vertidas por el presidente de la Sociedad Rural Argentina en su discurso inaugural de la muestra anual de esta entidad, cabe analizar mi nota publicada hace tres años en El Periódico.
Todo el campo aportó al
enriquecimiento industrial
Publicado en El Periódico de Tucumán, Argentina, el 27 de febrero
de 2011
Por Marcos Mirande
El “gobierno nacional y popular”, caracterizado por un
“modelo de inclusión social” que busca “agregar valor” a la producción
primaria, hace agua si se analizan los resultados de la política de
intervención en los mercados agropecuarios, para “defender la mesa de los argentinos” y
“asegurar la soberanía alimentaria” en base a un impulso a la producción
agropecuaria.
El sistema de retenciones a las exportaciones -con el
aumento de las alícuotas establecidas por el kirchnerismo- desalienta la
producción primaria. Si los precios internacionales estuvieran dentro de la
media histórica, el cultivo de granos -incluido el de la soja- sería
antieconómico.
En el sector ganadero, esta misma política de limitación de
exportaciones e intervención en el precio interno trajo aparejada la
desaparición de diez millones de cabezas de hacienda. Los buenos precios
actuales, consecuencia directa de esa reducción del stock, y por ende de la
oferta, están revirtiendo la tendencia y se advierte una incipiente reducción
en la faena de hembras.
En la cadena láctea la intervención estatal causó estragos
que están siendo solucionados por el mercado externo, pero, al igual que en el
sector de la carne, las heridas sufridas por productores e industriales son
difíciles de cicatrizar.
Con el propósito -entre otros- de lograr que el kilo de pan
se mantuviera en $ 2,50, el 11 de enero de 2007 el Gobierno implementó un
sistema destinado a otorgar compensaciones al consumo a través de los
industriales y operadores que vendan en el mercado interno productos derivados
del trigo. Los fondos saldrían de las retenciones a los mismos productores de
ese cereal y también de otros granos, especialmente de soja.
Según un trabajo efectuado por el analista de mercados
granarios, Carlos Etchepare, en base a los propios datos oficiales, la
distribución de esas compensaciones -desde el año de su creación- fue bastante
despareja.
La industria molinera cobró 3.815 millones de pesos; los
feed lots 2.200 millones; la industria avícola, 2.100 millones; los tamberos
1.098 millones; la industria láctea 617 millones, y los productores de trigo
379 millones de pesos, incluyendo la última etapa en la que se devolvieron
algunas retenciones. Los productores de cerdos, en tanto, cobraron sólo 90
millones de pesos.
“Esta es la distribución del sistema de compensaciones, por
el cual el pan iba a seguir valiendo $ 2,50 por kilo, además de fomentarse el
agregado de valor a la producción primaria, lo que tampoco se está dando porque
en los últimos años se está exportando menos harina de trigo. Los principales
beneficiarios de este sistema fueron entonces los industriales molineros, los
feedloteros y los industriales avícolas, pero no sirvió para que en la mesa de
los argentinos haya pan, carne y pollos baratos. Sí para que algunos del
gobierno hagan buenos negocios”, se queja Etchepare.
A pesar de los casi cuatro mil millones en subsidios
cobrados por la industria molinera, en la mesa de los tucumanos el pan vale hoy
el doble de aquel precio soñado, y en la de los porteños entre ocho y doce
pesos.
La intervención estatal, entonces, no agregó valor porque lo
que cobraron los industriales fue
aportado por la producción primaria a través de las retenciones. El dinero
salió de los bolsillos de miles de agricultores y fue a parar a los de unos
pocos molineros.
El sistema tampoco defendió la mesa de los argentinos ni
aseguró la soberanía alimentaria, porque hoy el pan y la carne valen mucho más
de lo que se pretendía y el cultivo de granos sólo es posible gracias a los
altos precios internacionales.
A la vista de estos resultados, la inclusión social se
asemeja más a una quimera creada por la propaganda oficial que a una realidad
superadora de las condiciones de vida de la población.
Al cierre de esta edición se conoció la noticia de que el
Gobierno disolvió la Oficina de Control Comercial Agropecuario (Oncca) y creó
otro organismo cuya línea ofensiva está integrada por dos viejos y conocidos
jugadores: Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, y Ricardo
Echegaray, titular de la Afip.
El tiempo dirá si esta movida significa una aceptación del
fracaso del intervencionismo, si- por el contrario- se insistirá con el error,
o bien si se trata sólo de un “cambio de razón social” a los efectos de echar
en el arcón de los olvidos algunos pecadillos como el pago de subsidios a
empresas fantasma y otros.
Saturday, September 13, 2003
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